EMERGENCIA SALARIAL y COMUNITARIA PARA TRABAJAR Y ESTUDIAR CON DIGNIDAD

La historia de la universidad es también la historia de nuestra sociedad desplegando su voluntad de vivir un presente más justo y un futuro más libre.

El primer gran hito fue la reforma de 1918 que orientó la mirada de la universidad hacia la libertad de opinión y la autonomía de los poderes de turno. El siguiente avance fue la gratuidad que desde 1949 nos permite afirmar que la universidad es una posibilidad habilitada para cualquier habitante de nuestra patria. El siguiente fue, con el regreso de la democracia, el establecimiento del ingreso irrestricto que nos lleva a entender la universidad como un derecho de todo aquel que quiera ejercerlo, y el último –y más cercano a nuestra querida UNAJ– es la ampliación del sistema de 2011, que además de asegurar por lo menos una universidad en cada provincia, multiplicó las casas de estudio en el conurbano haciendo viable ese derecho para enormes franjas de la población.

Hasta aquí hemos relatado solo los hechos concretos de este proceso esquivando un relato posible, más emotivo, donde aparezcan los Favaloro, los Milstein –expulsados por la noche de los bastones largos– los cientos de vidas transformadas o el abrazo que en 2018 nos rescató del cierre, precisamente con este mismo Ministro de Economía y el mismo FMI manejando el rumbo de nuestro país.

La universidad es también un hecho emocionante para quienes la vivimos cotidianamente, pero hoy no es la emoción lo que está en riesgo.

Hoy está en riesgo la calidad de la universidad pública y privada, porque los sueldos apenas alcanzan para sentir que se trabaja para “GANAR” un sueldo. Vemos en las persistentes renuncias de docentes un ataque a la viabilidad de la universidad y su calidad, que no se asienta en sus ladrillos sino en quienes sostienen equipos de investigación, vinculación o una enseñanza que está reconocida como una de las mejores del mundo, al punto de que cualquier egresada/o de medicina de la Argentina puede ejercer su profesión sin necesidad de ningún reconocimiento o reválida local. También está en riesgo cuando docentes e investigadores migran del sistema hacia otras actividades dentro del país, o siguen ejerciendo, pero fuera de la Argentina. Esta migración, interna y externa, puede también ser leída como un subsidio que el Estado argentino ofrece a cada país al que obliga a migrar a investigadores en los que invirtió años de formación y recursos millonarios.

Hoy está en riesgo el acceso a la universidad cuando desde el gobierno se destinan fondos esqueléticos para acompañar el esfuerzo de aquellos estudiantes que necesitan el apoyo material de la sociedad para sostenerse en el estudio. También cuando el costo del transporte se multiplica, afectando la posibilidad de miles de familias que ven en ese solo tema un problema de alimentación. Este mismo dilema tienen muchos docentes y nodocentes de la UNAJ que, dado que fue localizada aquí con la intención de aumentar la cantidad de profesionales en la región, tienen su residencia a uno o dos colectivos de distancia, hace que venir a trabajar tenga cada vez menos sentido mientras al mismo tiempo deben asumir otras tareas quitando tiempo libre, de estudio o de sus familias a su vida. A esta calamidad se suma que más de 6 de cada 10 mujeres jóvenes y 7 de cada 10 varones jóvenes que trabajan lo hacen en la informalidad, lo que importa (entre muchas otras cosas) más horas de trabajo que las legales, peores condiciones salariales y otras situaciones incompatibles con el estudio.

Hoy está también en riesgo la libertad en una universidad cuando se reprime y persigue a quien manifiesta su opinión en el espacio público, a quien discute temas de actualidad en una clase o a quien la difunde en la universidad.

El año pasado docentes y nodocentes perdimos el equivalente a 4 salarios y este año la perspectiva no es mejor: en enero la inflación fue 2,2 % y el aumento 1,5 %, en febrero la inflación fue 2,4 % contra un aumento de 1,2 % de nuestros salarios y en marzo la inflación fue 3,7 % contra un 0 % de aumento de los salarios.

La situación de les estudiantes es cada vez más crítica. Los gastos para poder cursar aumentan todos los días, mientras el gobierno nacional congela las becas Progresar en $35.000, un monto que ni siquiera cubre la mitad de lo que necesita un estudiante promedio para sostener sus estudios. Tampoco hay certezas sobre el cobro, y con este panorama, venir a la universidad está en riesgo.

Les estudiantes representan el futuro de la Argentina. Vienen todos los días a estudiar, a pesar de todo, porque sueñan con transformar nuestro país. Quieren ser les doctores, ingenieres, licenciades que lo saquen adelante. Pero sin un gobierno que apueste verdaderamente a la educación, ese sueño se vuelve cada vez más lejano.

Necesitan más herramientas para poder seguir: un comedor universitario, más aulas, más comisiones, mejor infraestructura y becas que nos acompañen. Muchos de nosotros ya vivimos el ajuste en carne propia: trabajamos más horas, atravesamos la crisis económica en nuestras casas y luchamos por no abandonar. Pero, sin políticas que nos acompañen, el derecho a la educación está en riesgo, al igual que la continuidad de miles de estudiantes que hoy ven tambalear su futuro.

Pero de todos estos riesgos del presente, el más grave no fue dicho y es el del futuro. Un futuro sin universidad libre, de calidad e inserta en su comunidad solo nos garantiza una sociedad en la que reine la pobreza, el atraso tecnológico y el subdesarrollo. Ningún país rico alcanzó esa condición despreciando el conocimiento y la tecnología.

Las representaciones gremiales de la UNAJ presentamos hoy este panorama y reclamamos a nuestro Consejo Superior y autoridades que sumen a la declarada emergencia salarial y la emergencia comunitaria porque el problema lejos de aminorar se acrecienta.

SIN ESTUDIANTES NO HAY UNIVERSIDAD, NI FUTURO MEJOR POSIBLE.

SIN DOCENTES Y NODOCENTES CON SALARIOS DIGNOS, NO HAY UNIVERSIDAD PÚBLICA DE CALIDAD.

ADEIUNAJ / ATUNAJ / FEUNAJ