UNAJ Futura- Aportes para la discusión sobre la vuelta III

Aporte de un trabajador docente de la UNAJ

UN POSIBLE SENDERO PARA EL REGRESO

La pandemia de la COVID 19 y las medidas implementadas para mitigar sus efectos implicaron un paso forzoso y repentino a la enseñanza virtual. En la UNAJ, y priorizando la continuidad pedagógica y la no desconexión, iniciamos la cursada virtual apenas dos semanas después de que entraran en vigor el conjunto de restricciones generalmente conocidas como ASPO. Independientemente del juicio que nos merezca el acompañamiento institucional, las materias fueron las responsables últimas del pase a la virtualidad, tanto del diseño de las nuevas cursadas (incluidos materiales, dinámicas, formas de cursada, campus etc.) como de su implementación.

Con la campaña de vacunación en claro avance y con los indicadores epidemiológicos “dando bien” durante más de 12 semanas, las distintas administraciones públicas dan inequívocas señales de vuelta a la normalidad. Los niveles primario y secundario se encuentran en el AMBA en marcha y la mirada se vuelve sobre las universidades. Y aquí es donde la pregunta se vuelve imperativa ¿qué vamos a hacer? Lo primero que debemos tener en claro es que una vuelta a la presencialidad total, es decir, volver a marzo de 2020 y arrancar desde ahí, es simplemente inviable. El límite es de naturaleza material, infraestructural: prepandemia, las aulas abarrotadas formaban parte del día a día en la UNAJ, en buena parte de los espacios la ventilación cruzada es simplemente imposible y la matrícula no ha hecho sino crecer. En la pandemia se incorporaron 200 docentes precarizades a la planta y aún así tenemos comisiones muy numerosas (es decir de mas de 40 estudiantes) ya no solo en los primeros años sino se han vuelto el paisaje normal de los segundos y terceros años de casi todas las carreras y de todos los institutos.

Esta imposibilidad es reconocida por todos los actores de la UNAJ. A partir de ello, algunas voces comienzan a señalar la posibilidad de modelos “mixtos” que combinen presencialidad con virtualidad, incluso en el marco del corriente cuatrimestre. Al respecto es importante señalar que los modelos mixtos no nacen de un repollo ni se siguen automáticamente de una combinación mágica entre el modelo virtual que hemos ido construyendo y el modelo presencial previo a la pandemia. Los modelos mixtos son modelos pedagógicos con sus lógicas propias, de la misma manera que los modelos virtuales no son una mera sustitución del encuentro por el Zoom/Meet. Por ello, y para evitar la improvisación lesiva de la continuidad pedagógica, debemos HOY empezar a discutir qué modelo vamos a tener en marzo del 2022. Para ello, sugerimos las siguientes consideraciones:

  1. Relevamiento detallado de la disponibilidad de espacios para la cursada, que incluya la consideración de espacios que sean efectivamente aptos a partir de los protocolos sanitarios vigentes (para ello recurrir a medidores de CO2 etc.)
  2. Relevamiento detallado de (i) aquellas materias que necesitan sí o sí presencialidad para su correcto desarrollo (ii) aquellas materias que se verían beneficiadas de la presencialidad (siquiera parcial) aun cuando no sea excluyente y (iii) materias cuyo desarrollo pueda ser enteramente virtual sin pérdida didáctica significativa.
  3. Diseñar un plan de vuelta a la presencialidad en función de ambos relevamientos, estableciendo como prioridades aquellas materias que sí o sí necesiten la presencialidad (y cuya vuelta, siquiera parcial, podría desarrollarse a lo largo de este cuatrimestre) y luego generando un plan general y un calendario, para que las materias del tipo (ii) y (iii) puedan planificar con el debido tiempo el modelo de enseñanza que desarrollarán en 2022.
  4. Poner en valor el enorme trabajo realizado por las materias a lo largo de la pandemia, evitando el lugar común de “volver por volver”. Tomar en cuenta aquellas actividades y materias que podrían seguir de manera virtual de manera indefinida.
  5. Discutir el plan de vuelta con el conjunto de la universidad, de manera transversal y democrática, incluyendo a la representación del alumnado, el profesorado y el personal administrativo y de servicios.

Todo este esquema impone a las áreas de la universidad abocadas a la actividad académica un enorme esfuerzo de explicación, articulación con coordinaciones de carreras y de materias para que la “urgencia” (i) y la importancia (ii) adquieran en todos los casos el mismo sentido y ajustar las posibilidades luego de esas demandas a las disponibilidades, dando tiempo en el mientras tanto para pensar / repensar la planificación de las materias que hasta el día de hoy se han organizado de manera completamente virtual.